
¿Te hice recordar cuanto te necesito?
Respirar tu mismo aire, perderme en
el paraíso prohibido de tu piel,
saborear la dulzura de tus labios,
y la ternura en tus ojos...
Siempre serás mi tentación,
mi pecado viviente,
y beberé de la fuente
de la lujuriosa perdición.
Quiero ser la brisa que rosa tu rostro,
tu fiel prisionera,
si un nuevo mundo existiera,
sería solo nuestro.
Y aquí me encuentro,
esperándote,
anhelándote,
encadenándome al tiempo,
que pasa sin miedo.
¿Aún sigo en pie?
Por primera vez decido no darme por vencida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario